martes, 8 de diciembre de 2015

Conociendo la Meditación








¿Qué es la meditación?

La meditación es una práctica en la cual el individuo entrena la mente para que el pensamiento  considere algo con atención y detenimiento para estudiarlo o comprenderlo bien.

Al meditar, enfocamos atentamente el pensamiento a la consideración de algo que está asociado a la concentración y a la reflexión profunda. Por ejemplo: “Te recomiendo dedicar unos días a la meditación de los temas que te comenté”, “Después de una larga meditación, he llegado a la conclusión de que lo mejor es renunciar a la empresa”.

La meditación se suele clasificar en dos grandes grupos. Por un lado, se encuentra la meditación de la conciencia plena, que gira en torno a cuestiones tales como la experiencia y la propia percepción. Por otro lado, está lo que se conoce como meditación de concentración.

La meditación también ayuda a la autosugestión, que es un proceso mental a través del cual la persona entra a su subconsciente para fijar una asociación mental o para convencerse de alguna cuestión. Otra utilidad de la meditación es favorecer la introspección (el conocimiento que un individuo tiene acerca de sus propios estados mentales), lo que permite interrumpir el automatismo.


En consecuencia, se puede decir que todo el tiempo estamos meditando.

¿Para qué meditamos?

Alguna vez te preguntaste ¿para qué meditar?

Suele decirse que debemos meditar para conectarnos con nuestro Yo o con Dios, cuando la realidad es aun más sencilla. Meditamos para conectarnos con nosotros mismos, y poder así, hacer que la mente funcione al servicio de nuestro Ser, para eso tenemos que establecer una relación con ella, debemos aprender a dominar a nuestra mente y no dejar que ella sea la que gobierne. Ésta relación con la mente se establece a través de la meditación.

La práctica diaria de la meditación te va a proporcionar una nueva visión de ti mismo. Si te sientas todos los días a respirarte, a sentirte, a pesar de tus pensamientos, a pesar de tu mente, un día se creara un espacio de observación donde tu mente ya no será la que dirija tu vida.

Cuando tomas conciencia de que eres algo más que lo que piensas, y te conviertes en observador de ti mismo, la perspectiva cambia. No se trata de luchar contra tu mente se trata más bien de observarla sin más, sin lucha, sin expectativa, sin objetivo. Y desde ese punto respirarte. Una nueva conciencia de ti mismo aparecerá y se iniciara el camino hacia la verdadera felicidad: tú mismo.



Por Dulcesol Esteva

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